Desde el Edén hasta Babel, de Sodoma al Éxodo, Dios siempre investigó antes de actuar. Ahora, Jesús examina las vidas de todos, revelando las elecciones que llevan a salvación o destrucción, dejando claro que cada destino es fruto de decisiones propias.

En los diez mandamientos, la ley de Dios nos guía hacia una vida plena y nos revela nuestra necesidad de Cristo. Más que señalar el pecado, describe principios de relación con Dios, el prójimo y nosotros mismos, mostrando el camino hacia Su voluntad.

Dios es amor, poder y misterio. Aunque sus caminos superan los nuestros, Él se acerca a nosotros. Infinito pero cercano, tres en uno, omnisciente y lleno de gracia, pasaremos la eternidad conociéndolo más profundamente.

Desde las neuronas a las nebulosas, desde el ADN hasta las distantes galaxias, estamos rodeados de maravillas. Sin embargo, la belleza está quebrantada, reflejando un mundo que anhela redención y restauración bajo la gracia divina.

El amor. La armonía. La perfección. Hubo un momento cuando toda la creación entonaba la misma gloriosa canción, un canto de unidad y belleza, reflejando la obra del Creador. Cada ser, desde el más pequeño hasta el más grande, vivía en perfecta comunión con Dios.

Jesús dejó a sus seguidores una misión épica: compartir su amor, anunciar su regreso y cuidar a los demás como él lo hizo. Aunque sabía que podrían fallar o distorsionar su verdad, decidió confiarles su mensaje y trabajar junto a ellos para salvar al mundo.